como por entre un embudo
en su tintero,
las estrellas llueven
y empapan sus ojos
y en el cielo la única nube es la luna
que lo mira llena.
El poeta cae entonces de rodillas
sobre el terso papel, su terruño,
y llora sus congojas;
sus lagrimas caen como gotitas
de una estalactita
una sobre otra
y otra más sobre otra
y luego una seguida de otra
para un lado y para el otro
como agitadas por el fuerte viento
y así está el poeta en la faena
hasta que el viento de un fuerte soplido
pone en puntos suspensivos el lance….
El poeta con gran firmeza
con la firmeza de quien teme o duda
se levanta y dobla el papel en delicados y meticulosos pliegos
-pensados con la dedicación de los días-
Y al final, frente a sus ojos
y frente a esa luna
hay un enorme avión;
sube en él
y despega rumbo a ella,
pero no llega
vuelve a intentarlo
y nada
y otra
y nada
y otra
y nada
y el albor no esperó
su avión cayó bajo una lupa y se quemó
el hombre luna ahora se pone una corbata y sale al día: al trabajo
y…
¡mierda! Ya amaneció…
POR: TOTO.
ESTUDIANATE INGENIERÍA CIVIL UFPS.
CÚCUTA.
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